lunes, 1 de agosto de 2022

Violencia bidireccional en la pareja, frecuencia de malos tratos entre hombres y mujeres dentro de la pareja e intensidad de la violencia.

 


    Se puede entender por violencia bidireccional dentro de la pareja el conjunto de tácticas de magnitud desproporcionada susceptibles de causar daño físico o psicológico a la pareja y que son empleadas de manera intencionada por ambos miembros de la misma. Uno de los primeros autores en investigar esta cuestión fue Makepeace (1981), el cual llevó a cabo una investigación sobre la naturaleza y prevalencia de la violencia de pareja, poniendo de manifiesto que, uno de cada cinco estudiantes universitarios habían sufrido abuso físico a manos de sus parejas. De hecho, se ha sugerido que la “violencia bidireccional está presente en un número importante de casos, definiéndose incluso como el patrón de violencia más común dentro de la pareja” (Hernández, 2015; Fiebert, 1997; Archer, 2000; Langhinrichsen-Rohling et al., 2012).

    El fenómeno de la violencia dentro de la pareja alcanza cifras de prevalencia importantes desde hace años (Hernández, 2015; Makepeace, 1981; Foo y Margolin, 1995; Archer, 2000; Katz, Carino y Hilton, 2002; Straus, 2004; Straus y Ramirez, 2007). En cuanto al nivel de prevalencia, varios autores han sugerido que el padecimiento de algún tipo de violencia dentro de las parejas jóvenes se sitúa en torno al 30-40% (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González, 2007; O'Leary, Slep, Avery-Leaf y Cascardi, 2008; García-Díaz, Lana-Pérez, Fernández-Feito, Bringas-Molleda, Rodríguez-Franco, y Rodríguez-Díaz, 2018). De hecho, en nuestro país se ha estudiado (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González, 2007) la frecuencia de comportamientos violentos en una muestra de 1886 jóvenes estudiantes, de edades comprendidas entre los 18 y los 27 años. Las conclusiones fueron que las conductas de abuso verbal y las conductas de celos son las agresiones psicológicas más comunes en ambos sexos, en dicha franja de edad. Adicionalmente, cuando se preguntó si sus parejas les habían insultado no se encontraron diferencias entre hombres y mujeres. En concreto, el 47,7% de las mujeres afirmó que sus parejas masculinas les habían insultado. Por otro lado, el 46,5% de los hombres declaró haber sido insultado por su parejas femeninas. En cuanto a las amenazas físicas, el 7,8% de las mujeres afirmaron que algún momento sus compañeros sentimentales las amenazaron con agredirlas físicamente. En cuanto a los hombres, un 14,1 % declaró que en algún momento sus parejas les amenazaron con agredirles físicamente. De tal suerte que estos autores (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González,2007) hablan de dos clases de violencia, la primera de ellas, “Agresión Física Leve” que comprende conductas como restringir físicamente, arrojar objetos o patear. Lo que descubrieron fue que, en población española, un 1.5 % de las jóvenes estudiantes femeninas expresaron haber sido abofeteadas por sus parejas. En cuanto a los hombres, un 9.0% de los varones afirmaron haber sido abofeteados por sus parejas (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González, 2007), existiendo diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos. En lo que a recibir patadas, golpes, empujones o agarrones no existieron diferencias entre hombres y mujeres. Cuando se preguntó por “Agresiones Físicas Severas” se distinguieron tres tipos de conductas: “Intento de ahogo/asfixia”, “dar una paliza” o “amenazar con un cuchillo o un arma”. La conclusión extraída, en cuanto a estas “Agresiones Físicas Severas”, es que no se encontraron diferencias entre hombres y mujeres, tal y como apuntan los autores, por representar un porcentaje muy bajo (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González, 2007). Las cifras de ocurrencia de estos fenómenos de “Agresiones Físicas Severas” informados por el grupo femenino oscilaron entre el 0,1 % (recibir una paliza) hasta el 0,4% (ser amenazada con cuchillo o arma), pasando por un 0,2 % que informaron de intentos de ahogo o asfixia a manos de sus parejas masculinas. El grupo masculino informó haber sufrido intentos de ahogo/asfixia en un 0.4%. En cuanto a las amenazas con arma o cuchillo, un 0.4 % de los hombres informó de haberlas padecido. En lo tocante a haber sufrido palizas, un 0.1 % de la muestra masculina informó haberlas vivido en el contexto de la pareja.

    Es esencial distinguir la frecuencia de las conductas de malos tratos dentro de la pareja de la intensidad o consecuencias de la violencia. De cara a analizar las consecuencias de la violencia física, un 11.9% de las mujeres dijeron haber sufrido cortes leves o moretones por las agresiones de sus parejas, un porcentaje 3 veces más alto que el de los hombres (4.1%) que también sufrieron tales lesiones (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González, 2007). Un 2.4 por ciento de las mujeres expresó haber requerido tratamiento médico/hospitalización por las lesiones, mientras que un 1.6 % de los hombres afirmó haber recibido tal tratamiento a causa de las mismas. Por tanto, de acuerdo con algunos autores (Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González,2007) parece darse cierta similaridad en el número de las conductas susceptibles de malos tratos, si bien existen indicios de que las consecuencias de las agresiones físicas para las mujeres son más graves (Straus, 2004).

Referencias bibliográficas:

Archer, J. (2000). Sex differences in agression between heterosexual partners: A meta-analytic review. Psychological Bulletin, 126, 651-680.


Fiebert, M., S. (1997). Annotated bibliography: References examining assaults by women on their spouses/partners", en DANK BM / REFFINETTE R (Editors) Sexual Harassment & Sexual Consent", Vol. 1, Transaction Publishers, New Brunswick, 273-286.


Foo, L. y Margolin, G. (1995). A multivariate investigation of dating aggression. Journal of Family Violence, 10, 351-377.


García-Díaz, V., Lana-Pérez, A., Fernández-Feito, A., Bringas-Molleda, C., Rodríguez-Franco, L., & Rodríguez-Díaz, F. J. (2018). Actitudes sexistas y reconocimiento del maltrato en parejas jóvenes. Atención Primaria, 50(7), 398-405.


Hernández, P. (2015). Análisis de la Violencia de pareja bidireccional desde un punto de vista victimodogmático. Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología 17 (05) pp.: 1-34en web: http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/06/doctrina41377.pdf


Katz, J., Carino, A. y Hilton, A. (2002). Perceived verbal conflict behaviours associated with physical aggression and sexual coercion in dating relationships: A gender-sensitive analysis". Violence and Victims, 17(1), 93-109.


Langhinrichsen-Rohling, J., et al.(2012) .Rates of bidirectional versus unidirectional intimate partner violence across samples, sexual orientations, and race/ethnicities: A comprehensive review. Partner Abuse, 3(2), 199-230.


Loira, M. C. R. (2009). La violencia de género bidireccional: el maltrato hacia los hombres: una realidad" invisible (Doctoral dissertation, Universidade de Santiago de Compostela).


Makepeace, J., M. (1981). Courtship violence among college students. Family relations, 30, 97- 102.


Muñoz-Rivas, M., J., Graña, J., L., O´Leary, K., D. y González, P. (2007). Physical and psychological aggression in dating relationships in Spanish university students. Psicothema, 19(1), 102-107.http://www.psicothema.com/pdf/3334.pdf


O'Leary, K. D., Slep, A. M. S., Avery-Leaf, S., & Cascardi, M. (2008). Gender differences in dating aggression among multiethnic high school students. Journal of Adolescent Health,42(5), 473-479.


Straus, M. (2004). Prevalence of dating violence against dating partners by male and female university students worldwide. Violence against women, 10 (7), 790-811.


Straus, M., Gelles, R., J. y Steinmetz, S., K. (1980, 2006). Behind closed doors: Violence in the American family. Doubleday/Anchor Books. New York. Reeditado en 2006 por Transaction Publications.


Straus, M. y Ramírez, I. (2007). Gender symmetry in prevalence, severity and chronicity of pshysical aggression against dating partners by University students in Mexico and USA. Aggressive Behavior, 33, 281-290.


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