Según el autor al que se le pregunte, los gastos
gubernamentales ocasionados por los Accidentes de Vehículos a Motor (AVM) en
los países desarrollados van del 1.4 % 1 al 2% 2 de su PIB. Más allá de la
relevancia económica, en el mundo entero, 1.2 millones de personas pierda la
vida en las carreteras y 50 millones resultan lesionadas cada año 3. Bien es cierto que la
probabilidad sufrir un accidente de tráfico es pequeña. Tan sólo el 23.4 % de
las personas sufre un accidente de tráfico en su vida 4. De manera adicional, y como ya hemos visto, las tasas de mortalidad por
esta causa se han reducido muchísimo a lo largo de los años. En 1993
fallecieron por AVM en España 6378 personas mientras que en 2011 la cifra fue
de 2060. En cuanto a los heridos graves, con el devenir de los años el número
de heridos graves ha descendido hasta más de la mitad. No ocurre lo mismo
cuando los heridos son de carácter leve ya que España lleva desde 1997 sin
descender de la cifra de cien mil por año.5
Por tanto, la mayor parte de los accidentes de tráfico
en España, ni suelen ser mortales, ni suelen generar heridos de carácter
grave. Puede pensarse, en base al sentido común, que un AVM que deja graves
secuelas físicas tiene mayor probabilidad de dejar secuelas psicológicas. Esto
es lo que se ha dado en llamar “severidad de los daños”. Los numerosos estudios
científicos ha evidenciado que no existe prácticamente relación entre severidad
de daños y presencia de secuelas psicológicas claramente demostrables (más
concretamente Trastorno de Estrés Postraumático o TEPT) 6, 7, 8. Una relación que
se ha analizado tanto a los tres meses del siniestro como al año.
El hecho de quedar inconsciente durante el accidente
tampoco ha demostrado tener relaciones significativas en la aparición de daño
psicológico 6. Por
otro lado, existen evidencias que demuestran que cuando es otro quien sale
dañado es más probable que aparezca un menoscabo en la salud psicológica de los
evaluados. De manera más concreta, cuando en el accidente otro
pasajero salió herido de carácter leve, el 47.8 % de los evaluados padecía
secuelas psicológicas (TEPT). Cuando el otro pasejero experimentó heridas de
carácter grave, el 58,3 % de los evaluados presentaba secuelas psicológicas
(TEPT) 8.
Otro factor que ha demostrado tener una relación
moderada (r=0.44) con la presentación de daño psicológico es que las personas
sintieran que su vida se veía amenazada 8.
Una relación ligeramente menor es la encontrada entre daño psicológico y la
persistencia de problemas médicos 8. Por su parte, se da una
relación ligera entre daño psicológico y problemas psicológicos previos 6, 9.
En una línea más positiva, se ha
encontrado que el apoyo social funciona como un factor de protección moderado
frente a la aparición de daño psicológico. Por tanto, resulta más que
recomendable que las víctimas de accidentes con secuelas presten especial
atención a sus red social. Por su parte, se entiende que es apoyo social
percibido al que nos referimos. Una persona puede tener el apoyo de familia y
amigos aunque si no lo percibe así, no habrá efecto protector.
Atendiendo a variables de corte más psicológico,
cuando las personas se ven así mismas de manera negativa (negative self)
o ven el mundo de manera negativa (negative world) se da una relación
considerable con daño psicológico. De manera paralela, cuando las personas le
dan muchas vuelta al accidente (en lo que se conoce como rumiaciones) y
piensan en ello de manera constante, se aprecia también una relación considerable
con daño psicológico, tanto a los tres meses como al año (r=.47 y .51
respectivamente) 6. A
veces, también puede ocurrir que las víctimas se sientan iracundas por lo
sucedido, de esta manera los pensamientos de ira tienen una considerable relación
entre sí, especialmente al año (r=. 42).
Por tanto, la aparición de daño psicológico en
accidentes de tráfico comprende no sólo las circunstancias en las que se
produjo si no también las circunstancias psicosociales en las que se encuentren
las víctimas. La identificación de estas variables resulta importante a la hora
de solicitar una prueba para la demostración del daño psicológico.
Referencias
1
Elvik, 2002.
2 De Francisco, Portero, Echeburúa y Quemada, 2009
3 OMS,
2004.
4 Norris, 1992.
5 Anuario Estadístico de Accidentes 2011” por
la Dirección General de Tráfico, 2011.
6 Ehlers et al., 1998.
7 Ursano et al., 1999;
8
Ehring et al., 2008.
9
Ozer et al., 2003.